domingo, 16 de septiembre de 2012

Mentiras

2º de Alemán en la EOI. Segunda clase del curso. La profesora entrega a los alumnos una ficha con unas preguntas muy sencillas sobre sí mismos (edad, nombre, profesión, a dónde les gustaría viajar... ) para que las respondan por escrito. Todo en alemán, claro está. Cuando terminan va preguntando a los alumnos, a dos o tres cada pregunta, qué respondieron. Cuando llega a la del color favorito, el alumno al que le pregunta le dice “Rot” (rojo). El siguiente alumno también dice “Rot”. La profesora se sorprende de la coincidencia y sigue preguntando. Los veinte alumnos de la clase dicen “Rot.” Maravillada ante la enorme coincidencia, la profesora le pregunta a sus alumnos si de verdad el color favorito de todos es el rojo. Ellos -nosotros- ponemos cara de que nos apasiona ese color y decimos que Ja con la cabeza.

En la enseñanza de idiomas está perfectamente asumido que los alumnos mientan como bellacos. Es una norma universal del éxito académico, especialmente cuando se trata de exámenes orales. Muchas veces no formulada, vendría a decir así: dí cualquier cosa, da igual lo falsa o lo idiota que sea, pero dila rápido y bien. Seguir esta norma es indispensable y que los alumnos que no la aplican tienen serios problemas: por no aceptar que el engaño sea una herramienta válida de aprendizaje, a menudo fracasan. Y sus reservas son comprensibles: ¿no era la educación en terreno de los ideales, de lo bueno y lo perfecto? Que la mentira forme parte de ella se percibe como una perversión.

¿Es malo, es desagradable, es poco ético mentir? No, si no hay consecuencias, si nadie puede salir herido. La ética no tiene permitido participar en este juego estético, formalista. Dentro del aula el manejo del idioma extranjero forma parte de una gran obra de teatro, y mentir es una gran solución si decir la verdad es mucho más complicado y menos creíble. Fuera del aula se cae la cuatra pared, y la tercera, la segunda y la primera. Allí se hace necesaria la sinceridad, la búsqueda de la mínima distorsión. Porque si se quiere o se necesita algo, es eso lo que se quiere o necesita. Y no otra cosa.