miércoles, 9 de enero de 2013

Ajenos a la obra

Leo en la convocatoria española de plazas de auxiliares de conversación para el próximo curso que la gente como yo ya no podrá ser lectora en Francia. Han cerrado los requisitos, de tal manera que sólo los filólogos, maestros de lenguas, traductores y derivados podrán optar a la plaza. Eso me hace preguntarme si lo que estoy haciendo es intrusismo profesional. Y me niego a considerarlo así, por dos razones.

La primera es que me tomo el trabajo en serio. Muy en serio. Siempre estoy preparando clases, al quite por si aparece algo útil, para capturarlo, reformarlo y utilizarlo en el futuro. Pongo cuidado en la escenografía, en la distribución de los espacios en el aula (aunque a veces encuentre que me han robado mesas, donde ya tengo pocas (es un dedal de aula), y me entren ganas de cercenar testas), en la presentación de las actividades, en el uso del azar y la elección de los alumnos. A cada clase monto un espectáculo. Vamos, que los lingüistas le podrán poner el mismo entusiasmo al asunto, pero no más.

Pero la segunda razón es más profunda: los idiomas no son ajenos a lo extralingüístico. Todos los contenidos enriquecen el uso del lenguaje, y alejan a las clases de idiomas del peligro de convertirse en un juego formalista. No es la gramática lo que los auxiliares tenemos que enseñar (aunque como no conozcamos un poco nuestra lengua estamos fritos), es otro tipo de cosas. En esto la filosofía tiene mucho que decir. Por ejemplo, en el equivalente a la prueba PAU, los alumnos tienen que hacer también exámenes de idiomas. Para el examen tienen que preparar unos textos, pero los temas en torno a los cuales giran estos textos no son cosas como "la familia" o "las fiestas". Son los conceptos de mito y héroe, los espacios e intercambios, los lugares y formas de poder y la idea de progreso.

Es un temario delicioso (y deliciosamente francés. La primera vez que me topé con él pensé en autores para las diferentes categorías, y los primeros que vinieron a mi cabeza fueron franceses). Hasta ahora, no tuve alumnos del equivalente a 2º de Bachillerato (Terminal) , lo lamenté profundamente. El jueves empezaré con una alumna que tiene una situación particular: hará el examen por una vía un poco diferente que le exige un nivel muy alto de español. En la práctica cuando le dije en qué aula tendríamos clase se giró hacia la profesora de la asignatura y le dijo, asustada, "Madame, je comprends pas!". Mal empezamos.

Durante las vacaciones de Navidad dediqué un poco de tiempo a buscar textos sobre estos temas. Encontré algunas cosas interesantes por la biblioteca de la facultad, pero para acabar de delimitar los textos me quedaba algo por saber: la extensión. Le pregunté a la profesora y me dio la respuésta más decepcionante del mundo. "No sé... como los del libro, ¿no?" dijo, justo antes de prestarme un libro de texto de Terminal. En él me acabo de tropezar con que la idea de progreso, que yo había pensado tratar con Ortega y con filosofía de la ciencia, se aborda desde la cirugía estética y el photoshop. No va a lo profundo, es la versión light. Me he pasado. Parece que los otros estudios son buenos para la enseñanza de idiomas, pero son excesivos, hay que encogerlos antes de utilizarlos.

¿Y qué aporta la enseñanza de idiomas a los futuros profesores de otras materias? Porque tal vez la causa de que ahora no seamos interesantes como auxiliares sea que eso no nos va a servir en el futuro, a diferencia de lo que pasará para la gente que enseñe idiomas. En esto, creo que a los ajenos a la obra nos aporta aún más. Cuanto más miro este libro de Terminal más me convenzo de que algunas cuestiones que aparecen serían estupendas para tratar con alumnos españoles de los primeros cursos de instituto en asignaturas tipo "Educación para la ciudadanía". Permiten el diálogo, la discusión, la reflexión y el desarrollo de la creatividad. Son muy sugerentes.

Ser auxiliar de conversación, ahora mismo, no es sólo una experiencia intercultural, es también una experiencia transversal. Es una tranversalidad que no llega desde el decir, sino desde el mostrar. Que no se impone, sino que se acaba percibiendo como conveniente. Pero, en vistas a la nueva convocatoria de auxiliares, parece que hay alguien que no ha entendido esto.O que no se lo ha tomado en serio.