viernes, 11 de enero de 2013

El atracón

Comentaban varios profesores del instituto, el otro día, que según las encuestas los estudiantes franceses son los segundos más estresados del mundo, después de los japoneses. No conozco la fiabilidad de la memoria de los docentes ni la de sus encuestas, pero tampoco soy demasiado escéptica. Les creo. Los alumnos entran a clase a las ocho de la mañana, y a menudo acaban a las seis de la tarde. Con una hora en medio para comer. A veces, media. Alguna hora muerta de vez en cuando, que aprovechan para vagabundear a la entrada del centro. Los recreos son ridículos: uno por la mañana de diez minutos, y otro por la tarde de quince. Así los cinco días de la semana, excepto el miércoles por la tarde, que no tienen clase.

Para más inri, no todos los alumnos viven cerca. Si le sumamos una media hora de autobús de ida y otra de vuelta, el asunto empieza a dar penita. En sus casas, los alumnos aún deben estudiar sus exámenes y hacer las actividades. Alguien contaba el otro día la historia de una adolescente alemana que decidió estudiar un año en Francia, y cómo se dormía en clase. Por cierto, en Alemania parece ser que estaban planteándose importar el maravilloso sistema francés de clases por la mañana y por la tarde. Sistema maravilloso que los propios franceses detestan, creo que incluso los profesores: aunque sus horarios son mucho mejores que los de sus alumnos, las reuniones de evaluación alargan sus jornadas hasta horas indecentes.

Es la doctrina del atracón. Los franceses no tienen más horas de clase que los españoles, pero las tienen todas apelotonadas. Cada mes y medio hay dos semanas de vacaciones, y parece que las horas que se pierden ahí se recuperan amontonándolas con las normales. Días de mucho, vísperas de nada.

¿Qué diferencia hay entre esto y llenar las tardes con actividades extraescolares? Al menos, la variación de caras y espacios. El cambio de perspectivas. El que esas actividades puedan ser más relajadas, menos exigentes intelectualmente. La optatividad. La riqueza que aportan. Con un sistema de atracón se produce agotamiento. Están dejando de parecerme cómicas las crónicas de dos frases que los alumnos de la película "Dans la maison" redactaban sobre lo que hicieron durante fin de semana.