miércoles, 20 de marzo de 2013

Cultura general

Hace como una semana, los periódicos españoles mostraron los resultados que los opositores a maestro de primaria obtuvieron en el test de cultura general, y diagnosticaron una penosa falta de conocimientos básicos. Todo el asunto me recordaba a cierto concurso que emitían por televisión hace algunos años. Se titulaba: "¿Sabes más que un niño de primaria?" y su contenido era precisamente lo que el título prometía.

La falta de cultura general se respira (y asfixia) en las facultades de magisterio, aunque evidentemente no todos sus alumnos adolecen de ella. No hace falta un test para detectarla, es suficiente con pulular por allí un tiempo. No es una falta de conocimientos puntuales, es una actitud vital. Pero si se va a intentar luchar contra ella, que al menos se haga de forma seria. Los exámenes que se hicieron a los maestros estaban destinados a detectar si sabían más que un niño de primaria de la misma manera simplona que aquel programa de televisión: agarrando el libro de texto y haciendo las actividades dos, tres y cuatro de la página cincuenta y siete. De ahí que ambos procedimientos tengan idéntico poder diagnóstico.

Me parece un error equiparar la importancia estructural de los conocimientos sobre Lengua, Matemáticas y Conocimiento del medio. Las Matemáticas de Primaria son los ladrillos de la planta baja: si los maestros no saben responder a los problemas y operaciones más simples evidentemente no podrán hacer nada. Tendrán una parálisis matemática permanente, y eso no hay dios que lo solucione. La Lengua de Primaria es el aislamiento y el embellecimiento de las paredes. Si el maestro falla allí su mundo será frío y sórdido, casi angustioso, no merecerá la pena. Es una cuestión estética. El profesor que maneje el lenguaje sin gracia podrá enseñar lengua bien (no como aquel que no sepa matemáticas), pero no enseñará a amar la lengua. El Conocimiento del Medio, en cambio, es una recopilación enciclopédica de anécdotas mal hilvanadas. Son los adoquines de la calle. Un maestro puede no tener en la mente la silueta del Ebro para recitar las provincias por las que pasa, pero puede ser un as a la hora de hacer entender a los niños cómo funciona el mundo. Ver "Cono" de una forma memorística, como un conjunto de retahilas, remite al franquismo y a sus múltiples listas de reyes godos. En este caso el test debería utilizarse de forma inversa, como arma arrojadiza contra la propia materia: ¿estamos enseñando memeces a nuestros niños?

Teniendo en cuenta que los exámenes diagnósticos de conocimiento del medio que se pasan a los alumnos de 4º de Primaria buscan evaluar otro tipo de habilidades (la comprensión y el razonamiento), y que los propios maestros reconocen que sus alumnos no están preparados para ese test, que el examen destinado a seleccionar nuevos profesionales dé valor a lo típico tópico resulta casi gracioso. Si los futuros maestros tienen carencias, el examen de conocimiento del medio que les están haciendo ni las detecta ni les impulsa a solucionarlas. El mecanismo se autoperpetúa, saboteando su propia lucha.Sospecho que el examen de los opositores ha sido diseñado, él mismo, por un maestro de primaria sin mucha cultura general.

lunes, 11 de marzo de 2013

Prácticas

Vuelvo a clase tras más o menos tres semanas de vacaciones. Digo "más o menos tres semanas" porque mi última semana antes de las vacaciones oficiales estuvo medio vacía: tuve sólo seis horas. ¿La causa? Mis alumnos de Seconde (4º de ESO) estaban de stage (prácticas).

En Francia hacen prácticas desde muy temprano. Al menos, ya las hacen en Troisième (3º de ESO). Son prácticas muy breves y muy variadas. Los estudiantes experimentan de primera mano cómo es la vida en un organismo de su elección, público o privado. Su semana de prácticas está tutelada por un profesor del instituto y, cuando la terminan, tienen que escribir una Memoria.

Creo que es una idea que habría que exportar con urgencia. A veces, la imagen que el estudiante de una carrera universitaria se crea sobre su futura profesión es romántica, idealizada. Los arquitectos diseñan solo museos de arte contemporáneo, los cocineros trabajan en restaurantes exquisitos, todos los músicos tocan como solistas. A menos que se haya nacido con un pie metido en el gremio (es decir, que se tenga parientes cercanos dentro), las profesiones son inaccesibles para el profano. La entrada está prohibida a toda persona ajena a la obra. El primer contacto directo y visceral que se tiene con la profesión tiene lugar a menudo durante la carrera universitaria. Y entonces ya hace mucho que alea jacta est, porque es demasiado tarde para cambiar de vocación sin reproches, mala conciencia o sensación de ir a la deriva.

Los stages tienen otra virtud: son los alumnos los que los tienen que buscar. Esto parece una monstruosidad, tratándose de chavales de catorce años, pero es un entrenamiento fabuloso para el futuro. Rompe la barrera de temor y timidez que dificulta acercarse a una empresa a pedir trabajo. Les hace escribir su primera carta de motivación (la carta de motivación es un texto que en Francia te piden casi hasta para ir al toilette) y les obliga a observar, a comparar, a escoger y a presentarse de una forma muy similar a como tendrán que hacer en un futuro. El stage es jugar a trabajar, y jugar es algo muy serio.